martes, 30 de junio de 2009

El gatillo fácil apunta a los más humildes


El número de víctimas sigue creciendo


Los jóvenes de las villas se han convertido en el principal blanco de los policías que efectúan el abuso del poder en el uso de armas de fuego.



La villa puede ser vista como el epicentro de la marginalidad. El espacio territorial donde la violencia se encuentra en su máximo esplendor. Donde la gente que en ella vive aprende a convivir con la agresión, a crecer con el ruido constante de los tiros y balas de goma y a transitar su vida con el dolor recurrente por la muerte inesperada, a veces no, de un familiar, amigo o ser querido.
Los robos, los jóvenes corriendo en forma desesperada buscando refugio en los ranchos vecinos, los policías con sus armas en alto persiguiéndolos, los gritos de las mujeres y el llanto de los niños se transforman en el escenario repetido y rutinario que se monta en las villas de comienzo a final del día. Las historias se cruzan, se mezclan pero no se olvidan, al contrario, se convierten en una gran sumatoria de jóvenes que perdieron la vida, en un enfrenamiento duro con la “cana”, como llaman a los oficiales en su jerga.
Quizás la acumulación de estas muertes, el crecimiento acelerado de la cifra y el repudio de los familiares de las victimas, dieron lugar, en su conjunto, a una forma de llamar a la situación, de etiquetar lo que estaba pasando y de señalar a los responsables, aquellos que deberían vedar por la seguridad de los habitantes de las villas, como de todo el país. Aquellos que portan una chapa que los identifica y distingue como policías. Ahora se los conoce como los responsables del “gatillo fácil”.
“El Frente Vital”, una historia entre tantas. Víctor Manuel, más conocido, como “El Frente Vital” se convirtió, después de su muerte, en un símbolo y referente para los jóvenes de la Villa San Fernando, ubicada en el conurbano bonaerense. “Los pibes” se identifican con la historia de Frente Vital, la sienten como propia, saben que no es una utopía pensar que ellos pueden correr con la misma suerte.
Frente Vital y su muerte están pregnadas por la violencia y el mal accionar de la policía. “El santo de los pibes chorros” como es conocido, comenzó con solo 13 años a participar de pequeños robos, pero con el correr del tiempo se involucró con asaltos de mayor envergadura que le otorgaron “reconocimiento” entre sus pares.
“El Frente” había aprendido a sortear con el fantasma de la muerte, pero sabía que era imposible hacer algo para alejarla. El 6 de febrero de 1999 fue su último día. Junto con Luís, su fiel compañero, ingresaron en uno de los ranchos de la Villa, buscando refugio. Una mujer policía y dos hombres entraron con sus pistolas.
Héctor Sosa, pateó la mesa y ahí comenzó otra historia. El Frente suplicó que no le disparen y prometió entregarse. Pero fue en vano, el policía disparó el primero de los cuatro balazos, que terminó con la vida del icono de San Fernando. Sosa quedó absuelto de cargos.
El sentimiento que los une. El odio por la policía se convirtió en un fuerte lazo que une a los jóvenes de las villas. No hay un “pibe chorro que no tenga un caído bajo el accionar indebido de la “yuta” en su historia de constantes pérdidas y humillaciones. Más del 50 por ciento de los casos de gatillo fácil son jóvenes de barrios pobres. Estos hechos se convierten en noticia todos los días sin encontrar la forma de darles un fin. Según la abogada María del Carmen Verdú, en diálogo con AUNO, reveló un dato desalentador y crucial: “Desde el 25 de mayo de 2003 hasta fines de 2008, la cifra de víctimas ascendió a 1062”.
Le dicen gatillo fácil, para mí lo asesinó/ a ese pibe de la calle que en su caminó cruzó/ El se la daba de macho con su chapa policial/ lleva fierro bien polenta y permiso pa’ matar. Cantan los integrantes del grupo Flor de piedra, en referencia al abuso del poder parte de la policía. Una realidad que existe y que parece no tener límites.

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