martes, 16 de junio de 2009

CREER O REVENTAR




Suerte. ¿Qué significa tener suerte? ¿Recibirnos? ¿Estar bien con la gente que queremos? ¿Encontrar el amor? ¿De qué hablamos cuando decimos es "cuestión de suerte?.
Como siempre mi cabeza hace preguntas, como siempre mi mente no encuentra respuestas directas. Por eso escribo, para ver si a lo largo de estas líneas encuentro una buena razón que me permita entender un poco más de que se trata todo esto.
Yo particularmente tengo una relación "especial" con este "factor sorpresa". Mi forma de ser, mis ideologías y manera de pensar están pregnadas por ambas, pero todavía me cuesta encontrarle la vuelta de rosca a lo que el común de la gente llama SUERTE.
Como todo creo que la SUERTE, tiene dos partes, dos esencias que se conjugan en forma constante. Dos caras que no se ven pero que no pueden vivir ni coexistir la una sin la otra. Sería algo así como la BUENA y la MALA suerte. Ambas viven en nosotros, reinan y a la vez gobiernan a su manera.Decir que tenemos buena o mala suerte es tan subjetivo como todo lo que hacemos. Por que tenemos un pasado que nos hizo crecer y cambiar, un presente que transitamos y un futuro que nos produce incertidumbre y ansiedad. Por todo esto ser objetivo es sumamente difícil.
Creo que las personas que dicen tener buena suerte lo hacen teniendo en cuenta el resultado final de un balance de todo lo que vivimos, de sumar más logros que frustraciones, más risas que llantos, más alegrías que tristezas.
La buena y la mala suerte existen, pero depende de nosotros la importancia que tengan. Ambas
aparecen en nuestras vidas, una antes, otra después o también casi en forma simultanea.
Por ahí llamamos mala suerte a las cosas que se frustran y se estacan. A los malos momentos vividos y las situaciones difíciles. Por ahí no queremos ver que las cosas pasan por que tienen que pasar y además por que tienen una verdadera razón de ser, que en el fondo nos quiere demostrar que hay algo que no esta bien, puede ser producto de una falla propia o no, pero falla al fin.
Decir que tenemos suerte o que fue "cuestión de suerte" también es una forma de subestimarnos, de no creer que si logramos todo lo que logramos, si nos superamos y pudimos avanzar, es producto de nuestro trabajo, de nuestra vocación y de nuestras ganas para que las cosas salgan bien.
Pensar que fue resultado de la buena suerte es etiquetar lo que nos pasó, enfrascar eso que tanto nos costó y simplificar las cosas.
Es verdad que hay personas que disfrutan mucho más que otras de los beneficios de la buena dicha mientras que otros lidian con la mala suerte y sus golpes bajos. Pero todos tenemos un poco de las dos, ningún ser es plenamente correspondido.
Nadie a inventado aún y sería un gran hallazgo de la naturaleza encontrar la fórmula para tener buena suerte eternamente. Pero creo que esa inestabilidad, ese desequilibrio que genera la puja entra buena y mala suerte es lo que hace que no crucemos los brazos, que no nos conformemos con poco y que sigamos luchando por más.
Yo soy una persona que me jacto de tener mala suerte. Y si a los hechos me remito, puedo enumerar un sin fin de situaciones pregnadas por la mala dicha. Pero quizás decir que las cosas que me frustran, me dan miedo y me paralizan son producto de la mala suerte también es una forma de considerame muy poco inteligente. Es una forma de querer tapar el sol con las manos, de no hacernos cargo que no todo salio como pensabamos y que aunque sea doloroso nos equivocamos.
Casi como un acto-reflejo típico de la raza humana, nos acostumbramos desde chicos a depositar la culpa, nuestra culpa en otros o atribuirles los fracasos, nuestros fracasos, a esas cosas de la vida, en este caso la MALA SUERTE.
Todo en algún momento disfrutamos de los beneficios de los logros obtenidos y a la hora de reconocer como se dieron las cosas nos adjudicamos los méritos propios pero le otorgamos puntos a la buena suerte que en ese momento " nos jugó una buena pasada". Y cuando nuestros proyectos se caen la acción maligna de la suerte es la real protagonista y culpable.
Esa forma de actuar nos hace ser cada vez más inmaduros y poco transparentes. Que lo que tanto queremos no se de o quede truncado no es sólo cuestión de suerte definitivamente.
Si tan solo por unos minutos pudiéramos mirar más arriba de nuestro ombligo y pensáramos, nos daríamos cuenta que siempre hay alguien que está peor, que no puede ver ni la mitad del vaso lleno y mucho menos vacío. Que no sabe lo que es llorar de risa, compartir momentos con las personas que queremos y mucho menos sentirse valorado y útil.
Buena y Mala suerte. Ellas luchan constantemente para ver cual se apodera de nosotros en forma completa, pero saben que es imposible. Saben que para que la buena dicha sea protagonista necesita que la mala suerte este ahí, latente intentándole hacer sombra y poniéndola alerta.
La presencia de ambas me genera incertidumbre. Y es en ese momento donde entra en juego una de mis incógnitas. ¿Cuál es la línea que divide la buena suerte de mala? ¿Existe?
Verdaderamente no se la respuesta, creo tener una idea de por donde viene la mano. Creo que la línea está donde uno la quiera ubicar. Puede ser más o menos tangible en relación con la importancia que le demos nosotros.
Se dice que siempre en lo bueno hay algo malo y que en lo malo hay algo bueno. Creo que en la suerte se da algo parecido. Consideranos personas con buena suerte, nos hace estar confiados por demás y con la guardia baja. Como así también pensar que solo contamos con la mala dicha nos posiciona pesimistas y poco esperanzados ante la adversidad. Y no nos damos cuentas que ambas, tienen efectos que nos pueden quebrar. Los coletazos de la mala suerte pueden transformarse en el principio del fin, porque aparece no avisa pero si otorga un puñado de consecuencias y no da explicaciones, en tanto la buena suerte tampoco entrega telegramas de presentación, solo se instala y puede romper ese viejo esquema que vive con nosotros hace tanto tiempo.
Quizás sea hora de comenzar a pensar en la suerte cuando aparece, pero no juzgar a priori cada situación que se nos presenta. Ver que hay algo que va más allá de la buena o mala suerte. Por que si a esta altura nuestra vida se rige en base a ella es hora de hacer borrón y cuenta nueva. Y empezar a darnos cuenta que estar vivos pasa por otro lado muy distinto donde la suerte solo es cuestión de creer o rebentar.
Creer en la buena suerte y rebentar con los efectos de la mala. Pero nunca abandonar a mitad de camino.


Clarisa D'Angelo-

No hay comentarios:

Publicar un comentario