martes, 29 de septiembre de 2009

TODO SE TRANSFORMA



En lo malo siempre hay algo bueno


Por Clarisa D’Angelo



En 2001 la vida de Vanesa Maiorana dio un vuelco de 180 grados cuando fue despedida de su trabajo. A raíz de la frustración y la incertidumbre conoció la terapia de Reiki, un método natural que le permitió dejar atrás el estrés laboral y volver a empezar.



Cuando la Argentina parecía que se iba a derrumbar, cuando el país estaba en llamas, todo se teñía de negro y trabajadores de distintos rubros quedaban despedidos. Vanesa Maiorana, 42 años, licenciada en Informática, se transformó en una de las personas que ese año eligió para darle un golpe bajo y brusco sin previo aviso. Pese a la frustración que generó pasar de ser miembro estable de Siemens, una de las empresas tecnológicas más importantes, a ser una desempleada, logró canalizar su dolor e incertidumbre en una técnica que le cambió la forma de ver las cosas: el Reiki. Hoy no sólo lo aplica a nivel personal sino que lo convirtió en un emprendimiento con el que ayuda a la gente a combatir el estrés laboral.
“Conocí Reiki en un período de mi vida en el que estaba muy estresada y saturada. Yo en ese momento trabajaba para Siemens, una empresa muy conocida, en un proyecto informático grande e intenso. Pero de repente se canceló y todos los que conformábamos el equipo de profesionales quedamos sin trabajo”, recuerda Maiorana y agrega: “No conocía Reiki ni ninguna de las terapias alternativas, además en ese momento tampoco se hablaba tanto como ahora de estas cosas. Proviniendo de una carrera dura como la informática, para mí era totalmente desconocido todo esto”.
La mala pasada que le jugó quedarse sin trabajo de un día para el otro, la incertidumbre que le generaba saber cómo iba a seguir todo y el miedo de no encontrar empleo en su campo profesional la paralizaron. “Mi nivel de saturación era tal y las dudas sobre qué hacer eran tan grandes que estaba bastante mal anímicamente. Ahí fue donde alguien me comentó que conocía una persona que hacía Reiki. Yo no tenía idea de que se trataba, pero acepté y empecé a recibir sesiones semanales”, sostiene Maiorana.
Sin haber hecho otra terapia y dejando a un lado cualquier tipo de medicamento relacionado con el estrés y la depresión, comenzó a sentirse mejor y a notar que no sólo estaba bien anímicamente sino que además había alcanzado una mayor claridad sobre lo que quería para su vida.
Fue en ese momento cuando tomó la decisión de no volver a buscar empleo relacionado con la informática para volcarse de lleno a la docencia, que había abandonado por falta de tiempo, en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), donde todavía se desempeña.
Los cambios positivos que el Reiki generó en Vanesa, la energía que le trasmitía cada terapia, se transformaron en el motor de una idea que traería con ella un nuevo emprendimiento lleno de desafíos. “Noté que me sentía bien gracias a esta terapia, quise iniciarme en el primer nivel con la misma maestra que le había enseñado a la persona a la que yo iba. La esperé, porque ella venía cada tanto a Buenos Aires, así que en plena crisis de 2001, tomé mi primer nivel”, expresa con la mirada proyectada en esa época de su vida y agrega: “Ese mismo año, después de unos meses, tomé el segundo nivel y viajé a un retiro en Chile que organizaba mi maestra. Después viajé a dos retiros más, los años subsiguientes”.
En 2007, Maiorana sintió la necesidad de cristalizar en hechos uno de sus principales anhelos: comenzar a preparar la maestría para poder enseñar la técnica. Por lo que viajó al sur de Chile donde comenzó con un trabajo personal muy profesional que le permitió, un año después, poder dictar su primer curso de Reiki, con tres alumnos y cinco visitas.
Desde ese momento comenzó a trabajar en la búsqueda del equilibrio con aquellas personas que padecen de estrés laboral. “Reiki hace que uno se sienta más en calma, da mayor claridad para tomar decisiones, para estudiar, para concentrarse, da más energía. El equilibrio lleva un tiempo, sobre todo en personas que están con un nivel de estrés muy grande. Pero los efectos se empiezan a sentir muy rápido”, sostiene con orgullo Vanesa Maiorana.











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