DOMINGO

Odio los domingos. No tengo una sola razón sino varias y eso me hace odiarlo todavía un poco más.
Odio su nombre, su función, su esencia y el lugar que ocupa en la semana.
Lunes, Martes, Miercoles, Jueves, Viernes, Sábado y DOMINGO. No me gusta, me deprime, me hace poner en un lugar donde muchas veces, durante la semana incluso, le escapo. Me hace hacer balances cuando nos los quiero hacer, cuando se que el saldo no va hacer positivo.
El domingo y su función me aprientan, me descolocan y sobre todo hacen que recuerde todas las cosas que no hice durante la semana, todas aquellos sueños y ahnelos que vengo arrastrando y sigo sin poder cumplir y cristalizar en hechos.
Los domingos son para, según mi manera de pensar, para recapitular la semana en siete grandes tomos, hacer un puteo de las cosas buenas y de las cosas malas, de lo que hicimos y de lo que nos quedó por terminar.
Nos hace dar cuenta que la semana terminó, que comienza otra y con él viene una de sus mejores amigas: La incertidumbre. No sabemos que nos deparará la semana que viene y eso nos pone en estado de alerta, nos hace sentir inseguros e incompletos.
Cada día de la semana tiene una función, una fuerza propia, una razón de ser. Las asumo, las repeto y sobre todos las avalo. Pero el sentido del domingo, me pone los pelos de punta, quizá porque sea sobre él recae una de las funciones más importantes: La del balance y el reconocimiento.
El lunes es el día del comienzo, el martes el del empeño por hacer las cosas, el miercoles es el del medio, se transforma en el día clave, mitad de semana, mitad de cosas echas y mitad de cosas que nos quedan por hacer. El jueves, es el día antes del viernes, el día en donde decimos " un empujón más" , el viernes se transforma en distracción, desde que abrimos los ojos pensamos en que termine y el curso de las cosas se rigen por pensar en como haremos para terminar todo lo que arrastramos en la semana.
El sábado es el día de relajación y diverción, de momentos compartidos y salidas donde se descarga la mala energía y se busca hacer borrón y cuenta nueva. Pero...el DOMINGO tiene una tarea tan irritantante. Tiene la facilidad de generar depreciones, provocar llanto y reproches contra uno mismo.
El domingo es el puente entre la semana que está terminando y la que vendrá, entre lo que hicimos y lo que debemos hacer, entre lo que nos pasó los otros seis días y lo que nos pasará los días que restan.
Simplemente el domingo es tan domingo, que me cae pésimo. Nunca soy feliz los domingos.
Si estudias termina tu fin de semana con amigos y familia. Tenés que volver a tu lugar de estudio y viajar.
Si trabajás es un BASTA, a la familia, a la relajación y un DE NUEVO a la rutina.
El domingo te demuestra que algo se terminó, no importa si completaste o no todo lo que tenías pendiente, no interesa si estas bien o mal, se acabó. Y no otorga prorrogas ni hace favores. No hay favoritos ni gente beneficiada. El domingo es DETERMINANTE, empieza y termina cuando cae el sol.
Es el día que la gente piensa por demás, donde tenes tanto tiempo libre que te caen todas las fichas juntas produciendo un colapso dificil de soportar. Provoca metastasis de emociones y hambre de logros.
Uno suma fracasos y siempre sale perdiendo, sumar días y siempre nos quedamos cortos, pero cuando suma DOMINGOS nos damos cuenta que ese día, nos desconcierta y paraliza nuestras defensas, nos hace débiles y indefensos.
El domingo es uno de mis principales miedos a vencer.